

The Big Day
Season 1 Episode 10 | 1h 11m 16sVideo has Closed Captions
Ana refuses to marry Alberto. A last-minute setback could endanger the fashion show.
Ana refuses to marry Alberto in a secret ceremony. Raúl returns, but a last-minute setback could endanger the fashion show.
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The Big Day
Season 1 Episode 10 | 1h 11m 16sVideo has Closed Captions
Ana refuses to marry Alberto in a secret ceremony. Raúl returns, but a last-minute setback could endanger the fashion show.
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Learn Moreabout PBS online sponsorship-Encantado, Ana.
-¿Qué tal?
-Ya sabes, si algún día necesitas a alguien con quien pasear, me ofrezco voluntario.
-Cuando te vi con ese tipo, me imaginé lo que debes de sentir tú cuando me ves a mí con Cristina.
-Alberto, no es lo mismo.
Yo no siento nada por él.
-Yo te quiero, Ana.
-Y yo.
Pero ya no es suficiente.
Necesito que aclares lo que sientes por ella.
-¿Habéis decidido daros un tiempo, no?
Alberto, así te enteras de una vez que podrías ser feliz con Cristina.
-Creo que deberíamos darnos un tiempo para saber qué es lo que queremos los dos.
-No me digas que no es la mejor cita de tu vida.
Buenas vistas, buena música, la mejor compañía.
-Me lo pasé muy bien anoche.
-¿Cuándo nos volveremos a ver?
-¿Dónde está mi hijo?
-Falleció hace tres meses.
-¿De verdad quiere recuperarse?
Le aconsejo que haga algo por remediarlo.
-No voy a ser capaz de descansar hasta que te cuente algo importante sobre él.
Tu hermano.
-Mi carta de renuncia, me voy.
Tengo otro trabajo esperándome.
-Da igual lo mal que lo haya hecho.
La quieres y sigue siendo tu madre.
Por eso te duele, porque, porque te importa.
-Espero que algún día puedas perdonarme.
Hizo lo que hizo y ya nada tiene remedio.
Pero es mi madre, y seguirá siéndolo cometa los errores que cometa.
Pedro.
-¿Qué?
-Se llama Manolito, es mi hijo.
Bueno, mi hijo y el tuyo.
-Señora María, vamos a ver.
¿Me está pidiendo que me quede con el niño?
-¿De dónde ha salido este niño?
-Me llamo Manuel, pero me puede llamar Manolito.
-Es mi hijo.
- Aquí no le puedes tener y se tiene que quedar un par de días, que se quede.
Pero búscale otro sitio.
-¿Juan?
¡Ay, madre mía!
-Que me han dado el alta.
Creen que la enfermedad se ha remitido del todo.
-Es un hombre muy generoso.
Abandonar el hospital cuando aún está enfermo, esto es un detalle por su parte.
-Le han dado el alta.
- ¿Eso es lo que te ha dicho?
-¿Por qué me has mentido?
No lo entiendo.
-Porque sé lo que pasó entre ese hombre y tú.
Luisa me lo contó.
Y no voy a permitir que siga haciéndolo.
-¿Y tu tratamiento?
-Te prometo que lo hablaremos mañana.
-¿Pero por qué se habrá ido ahora que está curado y que estáis tan bien?
-No está curado, me mintió.
Se fue del hospital sin el alta.
-¿Luisa, puedes salir un momento?
-Tienes mucha gente que te quiere, Luisa.
-Voy a hacer que el culpable pague por lo que ha hecho.
-No hay culpable, Luisa.
Juan estaba enfermo.
-Estos diseños van a cambiar la moda en España.
-No creo que España quiera que le cambien la moda.
-¿Es esto lo que vamos a presentar?
Creo que no soy la única que piensa que estos modelos no les van a gustar a nuestras clientas.
-Solo intento evitar que nos precipitemos.
-Las decisiones están tomadas.
-¿Pero y si falla?
Raúl no es el problema.
El problema es haberle dado libertad absoluta.
Tu opinión vale lo mismo que la de cualquier miembro de la junta.
Un voto, ni más ni menos.
-Mi voto es que sí.
Gloria.
-Yo voto en contra.
-No.
-Mi voto es sí.
¿Podemos hacer una pausa?
-Necesito hablar con Patricia.
-No, ya está decidido.
-En caso de empate, el voto de calidad le corresponde al director de las galerías.
Y yo decido que la colección de Raúl de la Riva salga a la ventana.
-¡Mamá, por favor!
-¿Le has sacado las maletas a la puerta?
-¡Mamá, por favor!
-Voy a seguir esperando.
Tú querías una respuesta y ya la tengo.
-¿Cuál es?
-Yo ya no puedo vivir sin ti, Ana.
-Alberto, ¿quieres a Ana como esposa todos los días de tu vida?
-Sí, quiero.
-Ana, ¿quieres a Alberto como esposo todos los días de tu vida?
-No.
Alberto, yo te quiero y quiero casarme contigo, pero así no.
[♪ música alegre] [♪ Alba Llibre: "Falling In Love"] -¡Pero espera, mujer!
¡No vayas tan deprisa!
¿Tú sabes cuántos kilómetros hay de aquí a las galerías?
¡Que no podemos volver a pie, Ana!
¿Me puedes explicar por qué estamos aquí y no en la iglesia dando el "sí quiero"?.
-Es que Alberto y yo ya llevamos una temporada que no estamos bien.
-Pero ha elegido, ¿no?
Tú le pediste que eligiera entre Cristina y tú y lo ha hecho.
Ha intentado ponerte un anillo, más claro.
-Cuando una pareja tiene problemas, no puede solucionarlo con un anillo, Rita.
-¿Y por qué no se lo has dicho así en vez de salir corriendo?
-Pues no lo sé.
En ese momento, no, no tenía la cabeza para pensar en nada.
Salí corriendo y punto.
-Saliste corriendo y punto.
Bueno, no pasa nada.
Ya verás cómo hablas con Alberto y si se lo cuentas tal y como me lo has contado a mí... Ana, que viene un coche.
Aguanta esto que yo enseño un poco de pierna o lo que haga falta con tal de que nos lleve.
-¡Rita, para!
-¡Eh!
-¡Rita, para!
-¡Eh!
-¡Rita!
-¿Qué?
-Es Alberto, ¿no lo ves?
-¡Eh!
[♪ música suave] [♪ música suave] -¿Esa es tu manera de castigarla?
Dejar que camine 40 kilómetros.
-Si te digo la verdad, no me parece suficiente después de lo que ha hecho.
-La verdad, Eres el último hombre en el mundo al que creería que pueden dejar plantado en un altar.
-No estoy para bromas, Mateo.
-Es la mejor forma de tomarse las cosas.
Cambiarlas ya no puedes.
[jadeo] -¿Por qué me hace esto?
-Las mujeres son seres complejos.
Incluso para mí, y eso que he conocido unas cuantas.
-¿Pero qué quiere, que me vuelva loco?
¿Qué quiere que haga?
-No es a mí a quien le tienes que preguntar.
-Quiero hablar con ella.
-¿Vas a retirar la palabra para el resto de tu vida?
-No lo sé, pero ahora mismo no la quiero ni ver.
-Bien.
[♪ música suave] -Empiezo a pensar que todo esto fue un error desde el principio.
-No soy yo quien tiene que decirlo.
[♪ música suave] Lo único que puedo asegurar es que sé de una que jamás te dejaría plantado en el altar.
[♪ música suave] [♪ música suave] [♪ música suave] -No vuelvo a hacer autostop en mi vida.
Ni enseñando la pierna, que mira que yo las piernas las tengo bonitas, eh.
Que si algo me ha dicho mi madre toda la vida es que las enseñe, a ver si así... -Oye, Rita, ¿no te callas nunca?
-No, si encima te quejarás.
[golpes en la puerta] ¡Luisa!
[golpes en la puerta] ¡Luisa!
Pues nada, que no responde.
[quejidos] [suspiro] [apertura de puerta] -Les parecerá bonito.
No solo pasan la noche fuera haciendo Dios sabe qué, sino que encima se atreven a aparecer así.
-Doña Blanca, yo le juro que esta vez hay... -¿Esta vez qué?
¿Qué excusa se va a inventar esta vez?
Del baño de arriba es evidente que no vienen.
Y en su cuarto no han dormido.
¿Qué tiene que decir?
-Ay, que no sabe qué noche hemos pasado, doña Blanca.
-Tienen suerte de que queden menos de 24 horas para el desfile y de que necesite a todas las modistas, porque les juro que cualquier otro día del año estarían ahora mismo con su hatillo en la calle.
-Ha sido culpa mía, doña Blanca.
-Como siempre.
Hagan el favor de ir a su cuarto y darse una ducha.
Las quiero aquí en cinco minutos.
Va a ser el día más largo de sus vidas.
-Y tanto, como que van a ser dos seguidos.
Toma, Ana.
Un café, lo que necesito es un café.
¿A dónde vas?
-A ver a Luisa, a ver cómo está.
-Pues espera, hija, espera.
Buenos días.
-Buenos días.
[golpes en la puerta] -¿Luisa?
[♪ música suave] Luisa.
-¿Qué pasó?
-Nada.
Veníamos a ver cómo estabas.
-Y por si necesitabas algo.
[quejido] -Me tomé algo para dormir.
-Pues descansa, descansa tú que puedes.
-¿Y de dónde venid vosotras?
-Tu amiga que, que quería darse un paseo por La Sierra.
[apertura de puerta] -¿Un paseo por La Sierra?
-¿Y qué querías, que le cuente lo de la boda?
¿A qué estás esperando, Ana?
De verdad, no dejes pasar ni un minuto más.
Ya, venga, hala, arreando.
-Rita.
-¡Ni Rita ni nada!
¿O es que quieres que este sea el final?
Porque como lo dejes pasar, te digo yo que lo es, Ana.
Venga.
-No sé ni qué decirle.
-Empieza con un "lo siento".
-Media hora que llevas atusándote el pelo.
[risas] Rita, un poquito de brío, mujer.
Que no llegáis, que han venido los de la televisión.
-¿La televisión?
Rita, ¿qué haces?
¡Estate quieta!
¡No quiero hablar, Rita!
-¿Qué has visto tú mucho a los de la televisión o qué?
¿Hmm?
-No.
[murmullos] [crujido] -El hijo pródigo vuelve a casa.
Raúl de la Riva, el diseñador de alta costura, regresa a España después de haber triunfado en lugares como París y Roma y todo gracias a las prestigiosas Galerías Velvet, que han confiado en él para el desfile de temporada.
De la Riva confía en que su nueva colección supondrá un antes y un después en la moda de España y convertirá a Madrid en epicentro de la modernidad.
-Vale, muchas gracias, con eso valdrá.
Muchas gracias por todo, Raúl.
-No, el placer ha sido mío.
¿Si quieren grabar alguna cosa más?
-Grabaremos algunas de las imágenes del taller siempre que no haya problema.
-Mientras las chicas podemos ultimar los vestidos pa'l desfile.
Vamos, no es ningún problema.
-Bueno, a ver, ¿qué estamos aquí todos de mirandas?
¡Vamos!
No me hagan llamar a sus jefes.
Vámonos, vamos.
-¿Qué pasa?
-Nada, que ha venido una cámara.
-¿Y siempre hay tanto jaleo los días que hay desfile?
-Pues no has visto nada todavía.
-Don Emilio anda nervioso por ahí y mi madre se pone hecha una histérica.
Y da gracias si conseguimos probar bocado antes de las 00:00 de la noche.
Vamos.
[♪ música alegre] ¿Dónde estabas?
Hemos tenido que cubrirte con don Emilio.
¿Qué pasa, que la criada no te ha levantado a tiempo?
-Muy graciosa.
La verdad es que no sabía que había tanto tráfico a estas horas en Neptuno.
-Pero para venir de tu casa hasta aquí no pasas por el centro.
Pues que no vienes desde allí.
-Bueno, de dónde venga yo o no venga, no es asunto tuyo.
-Toma, es para doña Cayetana.
Me ha pedido que le busquemos también unos guantes a juego con los zapatos.
Son para esta noche, vendrá luego a buscarlos.
-No se preocupe, yo me encargo.
-Me alegra que no te hayas marchado.
-Aún no es definitivo, madre.
Solo he decidido aplazarlo temporalmente hasta encontrar algo mejor.
-Pues me alegro de ese aplazamiento.
Y estoy segura de que no soy la única que se alegra.
-¿Max?
-No irás a decirme que no ha tenido nada que ver en tu decisión.
No es que te esté empujando a nada, pero a pesar de lo que haya podido decirte en el pasado, si él o cualquier otra persona va a hacerte feliz, tienes mi apoyo.
Es tu vida.
Y yo solo quiero formar parte de ella.
[♪ música alegre] -Puede que todavía no sean conscientes, pero hoy es el día más importante de sus vidas, después del día en que nacieron, por supuesto, y de la mía, de la mía es la más importante.
Por eso necesito que pongan el 150 %, no el 200, porque su futuro está en esto que están cosiendo.
Por eso necesito que pongan el corazón en cada hilvanada, que me demuestren que yo no me equivoqué el día que elegí este taller para trabajar.
Y les prometo que habrá un premio.
[aplausos] -Para los que llevan años trabajando en esta casa, saben que nada puede fallar.
Y este año, todavía menos.
Y si piensan que, porque falte don Rafael, el nivel de exigencia va a ser menor, se equivocan.
Quiero todo y a todos perfectamente colocados en su sitio.
-Luisa, no era necesario que viniese.
Puede tomarse unos días de descanso.
-Sé lo importante que es este momento y todas las manos son pocas.
Además, no hago nada en la habitación dándole vueltas a la cabeza.
-Bien.
-Y quería agradecerle que haya asistido al entierro.
Y que permitiera que Rita y Ana pudieran venir.
[suspiro] -Y ahora cada una a sus labores.
Tenemos un desfile que preparar y nos quedan muy pocas horas.
[♪ música alegre] -¿Quiere que pongamos a trabajar a un niño de siete años?
-Bueno, a trabajar... Sí, sí, hasta que empiece el colegio.
En vez de quedarse en el cuarto sin hacer nada, pues me puede echar una mano con los paquetes, ¿no?
-¿Una mano?
-Si, si a usted le parece bien.
Que hoy hay mucho trabajo en las galerías, don Emilio.
Y es que quiere, quiere ver lo que hace su padre.
-¿No le quedó claro que solo podía quedarse un par de días?
-Sí, claro.
Por supuesto que me quedó clarísimo.
Si de hecho esta mañana he ido a ver un piso lavapiés.
Está muy cerquita de las galerías, tiene un baño... -No tengo tiempo para que usted me cuente su vida.
[♪ música suave] ¿Quieres ayudar a tu padre?
-Pero solo hoy, ¿eh?
-Ya tiene usted ayudante.
No quiero ver al niño solo por las galerías.
[♪ música suave] - Don Alberto.
-Hola.
¿Todo bien?
-Sí, señor.
-De la Riva tiene que indicarle algo de la pasarela.
En cuanto pueda le digo que venga a hablar con usted.
-Muy bien.
[♪ música suave] -Ayer te llamé.
Mi madre me ha echado de casa.
He tenido que pedirle a Susú Miravalles si me dejaba quedarme en la suya.
No sabes la vergüenza que he pasado.
En la calle, como una indigente.
-No exageres, Patricia.
-¿Cómo que no exagere?
Todo esto me pasa por apoyarte en las votaciones y me pides que no exagere.
-Creía que me habías apoyado porque tenía talento.
-Bueno, y así es.
-No te preocupes, no voy a dejar que tu madre te boicotee por ayudarme.
Me voy con ella cuando termine el desfile.
-¿Y hoy dónde duermo?
-En un hotelazo.
-Me parece perfecto.
[♪ música suave] -Así que esta es la carta que quería dictarme, don Mateo.
Tengo mucho trabajo.
-Estás trabajando, Clara, con experiencia.
[timbre telefónico] -Don Alberto, don Emilio necesita la lista de invitados para el desfile.
-Muy bien.
Seguimos en otro momento, Clara.
¿Estás bien?
-Muy bien.
¿Por qué no iba a estarlo?
-Porque tu novia te dejó a pie del altar y estabas borracho aquí... -Mateo, por favor, no quiero hablar de eso ahora.
-¿Entonces de qué quieres hablar?
-Del desfile.
Tenemos un desfile que celebrar.
-Ah, el desfile.
Ese que iba a cambiar tu futuro con Ana.
-Ese desfile sigue cambiando mi futuro, el tuyo y el de todos los empleados que están en estas galerías.
Eso no ha cambiado.
-Señores.
Me estaban esperando, ¿no?
-Raúl, en los desfiles anteriores en esta casa se ido... -No he venido aquí a hablar de los desfiles anteriores porque este no va a ser igual.
Y yo tampoco me parezco en absoluto al resto... -De eso no hay duda.
lo has dejado clarísimo.
-Siempre, siempre he dirigido mis propios desfiles y esto no va a cambiar, Mateo.
Soy un perfeccionista, no puedo evitarlo.
-¿Seguro?
¿Has visto tus vestidos?
Mira, da igual... -¿Qué has dicho de mí?
-No, da igual.
Encárgate del trabajo de las maniquís y déjame a mí organizar el desfile.
-¿A ti?
-Es mi trabajo.
Sí, yo.
[voces indistintas] [timbre] [voces indistintas] -Dime, Clara.
-Don Alberto, Ana Rivera está aquí.
Dice que es para hacer los arreglos de su traje.
-Estoy ocupado.
La prueba la haré mañana después del desfile.
-De acuerdo.
-Dile que será solo un momento, por favor.
-Ana, lo siento, no puedo.
Dice que está ocupado.
¡Ana!
Ana, no, no, por favor.
[♪ música suave] -Lo siento.
[♪ música suave] -¿Qué?
¿No ha ido bien?
-He ido a hablar con él y no me abre ni la puerta.
Se acabó.
-Bueno, mujer, yo te dije eso, pero tampoco... -Rita, me dijiste eso porque es la verdad.
Lo he estropeado todo para siempre.
-¿Qué es lo que has estropeado?
-Pues nada, un tocado.
Pero vamos, que ya, que ya me encargo yo, ¿eh?
Que, que a mí me sobra el tiempo.
-¿Estás tú con el número cinco?
-¿Alguien quiere un café?
-¿Otro?
¿Pero cuántos cafés llevas ya?
-Pues yo qué sé.
Dos, tres, no, no sé.
-¿Tres?
Si tú no tomas café, Rita.
Te vas a poner como una moto.
-Bueno, pero es que hoy es un día muy importante porque doña Blanca está ahí [inaudible] esperando a que haga algo mal delante de Raúl, justo ahora que hago más falta que nunca.
Y, bueno, yo qué sé.
Que es un café, que tampoco creo yo que me vaya a sentar mal, ¿no?
-Ana, ¿qué pasa?
-Que está como un cencerro, ¿no la ves?
-Ahora quieres que las maniquíes vayan sin numeración.
-Sí, es un desfile, no un catálogo.
Quiero que la atención se centre en el volumen, en el movimiento de los vestidos.
- Bien, entonces ahora vas a explicarme cómo nuestras clientas van a saber cuál es el vestido que desean.
-Ah, querido, no te preocupes.
Si realmente les gusta el vestido, se acordarán de él.
Habrá luces, aquí, aquí y aquí.
Y música, pero no este acompañamiento aburrido del pianista.
No, música actual.
Y las maniquíes andarán al ritmo de la música.
Va a ser un escándalo.
[timbre del ascensor] [♪ música suave] ¡Cristina!
-¿Qué?
¿Nervioso?
-Bueno, lo justo y necesario.
Y tú, tú vas a ser protagonista de la noche.
-¿Yo?
Yo voy a limitarme a ser la acompañante de mi prometido.
-Acompañante, acompañante.
Vas a ser la mujer más elegante de la fiesta, lo sabes, ¿no?
Tengo tu vestido aquí en el taller.
¿Lo quieres ver?
-Por favor.
-Te va a encantar.
Ahora subo.
-¡Adiós, Mateo!
[♪ música suave] -Bueno, ¿qué te parece?
Este es el favorito de Alberto.
-¿Pues qué quieres que te diga?
Que es maravilloso.
Y que estoy deseando que llegue esta noche para ponérmelo.
-¿Para ponértelo o para quitártelo?
-¡Ay, pero cómo eres!
-¡Ay, cómo eres, cómo eres!
Ahora te vas a hacer la mojigata conmigo.
-¡Cómo te gusta escandalizarme, Raúl!
-Mira.
Tú hazme caso y ponte una lencería sexy debajo de ese vestido, que es una noche muy especial y tienes que celebrar el éxito.
¡Ana, mira!
Por favor, ¿podrías enseñarle a la señorita Cristina algo bonito para llevar debajo de este vestido?
Algo que esté a la altura.
Hasta luego.
-Ay, Ana, de verdad, déjalo.
Si con todo el trabajo que tienes, yo seguro que tengo algún conjunto que me sirve.
-A ver.
Mira, ¿qué te parece?
-Eh.
-Es de una casa muy buena.
Es una mezcla de licra con un encaje.
-Sí, sí, sí, se ve que es muy fina y, y elegante.
Pero ya que voy a comprar, quizás algo más... Al menos, ¿clásico?
[jadeo] ¿Te gusta?
-Es muy atrevido, depende para lo que lo quiera.
[risa] -Sí.
Bueno, es que es Raúl que es, es un desvergonzado.
-Entonces no se lo lleva, ¿no?
[suspiro] -Bueno, una nunca sabe cuándo lo va a utilizar, ¿no?
Prepáramelo.
[♪ música suave] Ana, voy a subir a despedirme de Alberto.
¿Lo tendrías preparado cuando baje?
-Claro.
[♪ música suave] Señorita Cristina, ¿le importaría llevarle a don Alberto un sobre?
Es que quedé en llevarle la muestra de la corbata, pero con todo el jaleo del desfile no he podido.
-No, no, claro, descuida.
[♪ música suave] -Señorita Cristina, aquí tiene.
Es muy importante que usted no lo vea, por favor.
-Claro.
No te preocupes, yo se la doy.
Gracias, Ana.
[♪ música suave] Y Raúl me ha dicho que es uno de tus favoritos.
Espero estar a la altura.
-Estarás muy guapa, no te preocupes.
-¿Va todo bien?
-Sí.
Los nervios del desfile, que no los puedo evitar.
-Va a ser un éxito, Alberto, ya lo verás.
¿Me pasas a recoger por casa a las 21:00?
-Muy bien.
-Ay, ha llamado el padre Torres.
Tenemos que quedar con él la semana que viene.
Y Ana me ha dado esto para ti.
No te preocupes, que no lo he mirado.
Nos vemos luego.
[portazo] [crujidos] [crujido] [timbre del ascensor] [timbre telefónico] -Venga, Manolito Espera, espera, espera.
Esto, es que esto lo vas a hacer tú, ¿vale?
Lo vas a... Pero porque confío mucho en ti, ¿eh?
Que eres el mejor recadero que he tenido nunca.
-¡Pero, papá!
-¿Qué se hace cuando un, cuando un mayor te da una orden?
-Obedecer.
-Puesto y ya, venga.
[timbre telefónico] -Buenos días, Pedro.
-La correspondencia de hoy.
-Muchas gracias.
Eres un recadero estupendo.
Toma.
-Vamos, Manolito.
-Pedro.
Pedro, espera, por favor.
Pedro.
Hola.
Quería saber cómo estabais, porque no hablamos desde que... -Sé perfectamente desde cuando hace que no hablamos.
¿Por qué haces esto?
-¿El qué?
-¿El qué?
Hacer como que te preocupas por nosotros cuando realmente no es así.
-No, no, Pedro.
Eso no es verdad.
-¿Eso no es...?
-No, puede que tú y yo no seamos novios, pero por supuesto que me preocupo por vosotros.
-Que tú... Pero si tú te preocupas por ti, Clara, de toda la vida del Señor.
¿Cuánto tiempo hemos estado juntos, por favor?
¿Cinco años, seis años?
Me merezco un mínimo de sinceridad, ¿no?
¿Estás saliendo con Mateo?
[♪ música suave] No se te ocurra darme ninguna explicación porque no las merece, ¿eh?
-Pedro... -Porque ya no somos pareja.
Tú dijiste eso: "No somos pareja, Pedro".
Pues nada, disfruta tu vida.
Que yo te aseguro que voy a disfrutar la mía.
-Por favor, Pedro, espera.
[♪ música suave] [timbre del ascensor] [♪ música suave] -No te disgustes, papá.
-Si no estoy disgustado.
Lo que pasa es que tengo muchísima alergia al polen.
-A mí no me gustaba mucho de madrastra.
Ya me dijo mamá que era un poco siesa.
La tía Rita me gusta más.
Es más buena y cariñosa.
-Forro, que me quedé sin forro.
Y todavía tengo esa falda y la otra, y la otra de ahí.
Cuando se lo diga a Raúl, me va a colgar de un pino.
-Tranquila, creo que he visto un rollo en el armario... -No, no, no.
Tú descansa, hija, que te venga bien.
-Pero si no sabes dónde está.
-Bueno, pues lo busco, Luisa.
Lo busco.
-Tú no sabes quedarte callada, ¿verdad?
-Mira, Clara, no sé de qué me estás hablando.
Y además, tengo mucho trabajo.
-Estoy hablando de que eres una deslenguada.
-Y tú una golfa.
¡Ea, ya lo he dicho!
¡Golfa!
Y yo deslenguada no soy que si lo fuera, le habría contado a Pedro todo lo que andas haciendo por ahí, y no lo he hecho.
-¿No lo has hecho?
-Pues no.
-¿No?
Entonces, es porque lo sabe.
-¿Cómo sabe el qué?
-Lo de Mateo, Rita.
Lo de Mateo.
-¿Y yo qué sé cómo lo sabe?
¿Lo sabe?
Pues tampoco me extraña, hija, que el otro día llegaste ya de mañana.
Que tampoco es que disimularas mucho.
Si tu novia y tú fueras más discretos.
Y además tú lo has dejado.
¿A ti qué demonios te importa?
[jadeos] [♪ música alegre] -Rita, ¿qué pasa?
-El café, que, que me, que me va mal.
-Sí, claro, el café, ¿no?
-Si es que no he dormido ni diez minutos.
-Ya, paseando por La Sierra.
Anda, voy a por una tila.
-Luisa, iba a buscarte.
Doña Cayetana está arriba.
Ha preguntado por ti.
-¿Por mí?
-Sí.
-¿Ha pedido que me llamasen?
-Sí, Luisa, me he enterado de lo de tu marido y quería darte mis condolencias.
Supongo que debes ser muy duro después de todo lo que has hecho por él.
-No me arrepiento de nada de lo que he hecho, señora.
-Bien.
Me parece que uno no debe de arrepentirse de las cosas que hace en la vida.
Al fin y al cabo nos convierten en las personas que somos.
-Sí.
Solo que algunas personas esas decisiones les convierten en seres despreciables.
-Eso depende de lo que cada uno considere -un acto de amor.
-¿Es usted creyente?
Porque yo sí lo soy.
O lo era, al menos.
¿Y sabe lo que creo?
Puede que la vida a veces parezca injusta, pero... ...antes o después, todos tenemos lo que merecemos.
-Doña Cayetana, ¿algún problema?
-No, ninguno.
Estaba dándole el pésame a Luisa.
Es lo menos que podemos hacer después de todo lo que nos ha cuidado estos meses.
Por cierto, mi marido me ha comunicado que a partir de ahora no será ella quien atienda mis pedidos.
-Yo no tengo ningún problema en seguir haciéndolo.
-Si le parece, lo haré yo misma.
-Bien, me parece perfecto.
-Luisa, puede marcharse.
-Sí, salude a su marido de mi parte.
-Usted dirá.
[portazo] [timbre telefónico] [golpes en la puerta] [crujidos] -Antonio, ¿qué haces aquí?
-Pues lo mismo que tú, supongo, trabajar.
Hay que ganarse la vida, ¿no?
Adolfo me dijo que buscan mozos de carga y pagan un buen sueldo para ser solo un día.
¿Creíste que venía a buscarte?
-No, no.
-Vaya, hombre, qué lástima.
Pensé que a lo mejor te hacía ilusión verme, a pesar de ese novio tuyo.
¿O ya no tienes novio?
-Antonio, échame una mano aquí.
-Va, va. Bueno, tengo que irme.
No quiero que piensen que no me gusta trabajar.
Adiós.
-Adiós.
-Esta, las llevamos para allá.
-Tened cuidado con la caja.
A ver, los focos a la derecha.
La cristalería, tener cuidado de que es de cristal.
No sean... Ah, no, no, no.
¡Eh!
No, e-eso no va ahí.
-Pues nos han dicho que lo dejemos aquí.
-¿Sabré yo que llevo aquí trabajando seis años, por Dios?
-Bueno, a ver, llevarás lo que tú quieras.
Pero que yo sepa aquí, mandar tú lo que es mandar no mandas mucho.
¿Tú no tenías que estar haciendo recaditos?
-¿Y usted no tendría que estar trabajando, en lugar de hablar de lo que no debe?
Pedro es el encargado, así que obedezcan sus órdenes.
-Sí, sí, don Emilio.
-Tienen razón, eso va ahí.
Cosas de De la Riva.
Y ahora, a preparar la nueva pasarela.
Claro.
-¿No puedes decirle a ellos que lo hagan?
Don Emilio te ha dicho que eres el jefe.
-¡A ver!
Estaba bien, estaba bien.
Manolito, no hay que abusar, ¿vale?
No te enfades.
¡Eh!
Las cajas van para adentro.
-He visto que tu madre y tú ya os habéis arreglado.
-Más o menos.
-Arreglo.
-¿Quieres que salgamos esta noche a celebrar el desfile?
Bueno, celebrar o lamentar, que eso todavía no lo sabemos.
-Lo siento, Carmen, no creo que sea buena idea.
[♪ música suave] No me separé de ti por el trabajo.
[♪ música suave] Hay algo más.
[♪ música suave] Creo que me estoy enamorando de otra persona.
De la persona equivocada.
Lo siento.
[♪ música suave] -Tengo que ir a buscar a don Emilio.
[♪ música suave] -¿Has hablado con Alberto?
-Qué va, si no quiere ni abrir la carta que le mandé.
Bueno, para colmo, ¿no sabes quién está trabajando hoy en las galerías?
-¿Quién?
-Antonio.
-Dime que no está Adolfo con él, por favor, dime que no.
Que era ya lo que me faltaba, Ana, que le dejé tirado ahí en el [inaudible], a ver cómo se lo explico.
-Que no, está tranquila.
-Oye, pues muy bien la tila, ¿eh?
Me está sentando divinamente.
Tienes mucha mano tú con las infusiones.
-Bueno, ya, ¿no?
Está aquí.
¿Qué pasa?
-Nada.
-Ana, ¿qué pasa, por favor?
¿Vas a hacer como las demás y como esta bruta de aquí?
-Oye, que yo no he hecho nada, ¿eh?
-No, no has hecho nada ni dices nada, solo te paseas por La Sierra.
¿Tú crees que me lo he creído?
Ya está bien, ¿no?
Todo el mundo igual, que si no trabaja, que si no me agobie.
Me acerco y nadie sabe qué decir.
Pues que no hay que decir nada, solo quiero normalidad.
-Que no queremos preocuparte con tonterías.
-Seguro que no lo son.
-Alberto me pidió ayer que me casara con él en una capilla de La Sierra.
-¿Qué dices?
-Que no, si salió corriendo.
-Porque no me quiero casar así.
-¿Así cómo?
-A escondidas.
Si solo por arreglar las cosas, que yo sé que Alberto lo hizo por eso.
-Y porque te quiere.
-Si algún día me caso con él, quiero que sea solo por eso.
Porque me quiere, porque nos queremos y queremos celebrarlo con toda nuestra gente.
Quiero que sea el mejor día de mi vida y no tener la sensación de que me caso a escondidas y que me voy a pasar así toda mi vida como si estuviera haciendo algo malo, Rita.
-Yo cuando me casé con Juan fue uno de los momentos más felices de mi vida.
Supongo que tiene que ser así para todo el mundo.
-Yo sé que Alberto lo hizo para demostrarme que me quiere.
Y a lo mejor si se lo hubiera explicado en ese momento, pues... -Hombre, hubiera sido mejor, sí.
-Bueno, pero el amor es así.
A veces hacemos cosas que el otro no entiende.
Pero al final, acaba entendiendo las razones.
-Si las escucha.
-Pues haz que las escuche, Ana.
-Es inútil.
No quiere hablar conmigo.
-Bueno, tampoco puede pasarse la vida evitándote.
A ver, trabajáis en el mismo lugar y coincidencias va a haber.
Bueno, aunque él con no bajar al taller lo tiene más fácil.
[crujido] -¿Pero tú te has vuelto loca?
-Llama a doña Blanca.
-Ana, que de esta te despiden.
-Pues si Alberto me quiere despedir, por lo menos va a tener que decírmelo mirándome a la cara.
-Es lo más irresponsable que ha hecho en todos los años que lleva trabajando en este taller.
A menos de un día del desfile, Dios mío.
Pero esto no va a quedar así.
Ahora mismo se va a venir conmigo a rendirle cuentas a don Alberto.
Y estoy segura de que no ha sido por accidente.
-Déjeme hablar a solas con la señorita Rivera.
[portazo] -Solo quería hablar contigo.
Alberto, ni siquiera te has dignado a leer la carta que te envié.
Yo no quería casarme así.
Alberto, te quiero.
[♪ música suave] Estuve diez años separada de ti y no he dejado de quererte ni un solo día.
Nunca he querido a nadie como te quiero a ti.
-Las cosas se demuestran con hechos.
Me hubieras dicho que sí.
Yo llevo desde que llegué de Londres demostrándote lo mucho que me importas.
Acepté prometerme con una mujer a la que no quería por ti.
La llevé a cenar porque me dijiste que tenía que hacerla feliz.
Y cuando era demasiado feliz, que me apartara de ella.
Y luego que averiguase qué era lo que yo sentía.
¿Y qué he hecho yo?
Demostrarte que estaba dispuesto a todo por ti.
Y tú no has hecho nada.
¿Qué has hecho tú, Ana?
[♪ música suave] Nada.
Salvo empujarme hacia ella.
[♪ música suave] Antes estar contigo era lo único que me hacía feliz.
Hacías que pensase que me podía comer el mundo.
Era lo único que me importaba.
Y ahora cada día es un problema, cada día es un reproche.
Y ya no puedo más.
[♪ música suave] Es que no puedo entender por qué no me has dicho que sí.
No lo puedo entender.
-Ojalá pudiera volver al momento en el que regresaste de Londres.
-Pues ya no se puede.
[♪ música suave] Ya no se puede.
-Alberto, llevamos mucho tiempo esperando este día.
[♪ música suave] Hoy después del desfile se acaba todo.
-Para mí se terminó en el momento que saliste por la puerta de esa iglesia.
[♪ música suave] Haz el favor y sal de mi despacho.
[♪ música suave] [♪ música suave] -Trae.
[♪ música suave] -¡Alberto!
Alberto.
No cogías el teléfono.
-No me he dado cuenta.
Estaba pensando en el desfile.
-Pensando y guerreando hasta el último minuto, supongo.
Porque no creo que esto sea obra de un vendaval.
-No se moleste, Gerardo.
Por favor.
Los nervios previos a una gran noche.
[timbre telefónico] -Alberto, sé que piensas que no te he apoyado en esto.
Y espero que todo salga muy bien de verdad.
Y, Alberto, he hablado con mi hija.
No le voy a contar nada de nuestro pacto.
Creo que es lo mejor.
-Si no confía en mí, cuéntaselo.
-Nunca la había visto tan feliz.
¿Verdad?
-Sí.
La lista de invitados.
Pasa la máquina y désela a Mateo, por favor.
-Por supuesto.
[portazo] [timbre telefónico] [♪ música alegre] La lista de invitados al desfile.
-La definitiva, supongo.
-Eso es lo que ha dicho don Alberto.
Si usted no tiene nada que objetarlo, será, claro.
-¿Te pasa algo?
-No, a mí nada.
Estoy perfecta.
-Bien.
-Lo que pasa es que pensé que iba a estar en esa lista de invitados, pero ya veo que viene acompañado por alguien.
-Hmm, Sofía, sí.
Ha venido desde Barcelona.
La he invitado para que no se quede sola en la ciudad.
Es, es una buena amiga, nada más.
[♪ música alegre] -¿Estás celosa?
-¿Celosa yo?
Sí, lo que me faltaba.
-Menos mal, porque no hay nada menos atractivo que una mujer con un ataque.
-No, lo que pasa es que me has decepcionado.
-Creí que no querías que la gente comentase.
-Ay, no quería.
Lo que pasa es que Pedro ya lo sabe.
-¿Pedro lo sabe?
-Sí.
-¿Y eso?
-Pues no lo sé.
A mí también me gustaría saberlo.
Pero la cosa es que ya puedo contarlo.
-¿Y qué es lo que vas a contar, Clara?
Solo somos dos personas que se gustan y disfrutan con la compañía del otro.
No hay que estropearlo.
[timbre del ascensor] Ahora sí me disculpas.
-¿Cómo que ha dicho que no?
Pero sí es mi ropa, Elvira.
[suspiro] Necesito ese vestido para esta noche.
Dile a mi madre que se ponga, Elvira.
Pero sí sé que está ahí.
Muy bien.
Pues si no quiere ponerse, dígale usted misma que se vaya al infierno.
Gracias.
[crujido] -¿Problemas en el paraíso?
-¿No te han dicho que escuchar conversaciones ajenas es de mala educación?
-Iba a ser complicado no hacerlo.
-Hmm.
Bueno, es que hay veces en las que hay que tratar al servicio con mano dura.
Ya sabes.
-Ya.
-¿Vas a decirme qué es lo que quieres o piensas quedarte ahí plantado todo el día?
-Sí, espera.
Un recadero de las señorita Susú Miravelles.
Me ha dado esto para ti.
Dice que son tuyas.
-Quiero a cada maniquí delante de su traje.
[♪ música alegre] ¿Valentina?
¿Dónde está Valentina?
-Eh, no ha venido, doña Blanca.
-Esa chica no tiene formalidad.
No sé por qué se han empeñado en volver a contar con ella.
No, si la culpa es mía.
Rita, ¿tienes listado con los teléfonos?
-Sí, doña Blanca, pero ya le he intentado a su casa y no contestan.
-Sígame.
-Pues dicen que se ha ido a París el fin de semana con el conde de [inaudible].
-Caray, pues ya podía haber elegido otro fin de semana.
-¡Rita!
-¿Qué?
-¿Qué opciones tenemos, doña Blanca?
-He llamado a la agencia.
Dicen que enviarán una maniquí en menos de una hora.
Pero la chica tiene 95 de cadera.
-¡Por el amor de Dios!
-No sé, si quiere podemos ganar un par de centímetros de costura.
-No, no se va a descoser ni un solo punto de este vestido.
Es la talla que tiene y ya está.
Necesitamos una maniquí con la misma constitución.
-Sabe perfectamente que no tenemos dos maniquíes iguales.
Ay, este desfile va acabar conmigo.
-Por favor, doña Blanca, haga el favor de no poner las cosas más difíciles.
-Yo la tengo.
Bueno, no es que la tenga, de hecho, ni siquiera es maniquí, pero he hecho muchos vestidos con esas medidas y no han sido para la misma persona.
-[al unísono] ¿Quién?
[♪ música alegre] -Pues es perfecta, ideal.
Se nos pasa un poquito de edad, pero es perfecta.
Muchas gracias, Rita.
Pruébese el vestido, por favor, que tenemos muy poco tiempo.
-Un momento, yo no he dicho que vaya a hacer esto.
-Clara, no me haga hablar con sus superiores.
-Pero, doña Blanca, que yo esto no lo estoy haciendo por fastidiar, que es que no sé hacerlo.
No, no, yo esto no lo puedo hacer.
Vamos a ver, ¿cómo voy a salir yo ahí a desfilar delante de toda esa gente?
-Pero, Clara, que ser maniquí no tiene ningún misterio.
Es como cuando vas al retiro los domingos y te pavoneas delante de los mozos de las barcas.
Pues, igual.
-Mire, Claudia.
-Clara.
-Eso.
¿Ha ido usted alguna vez al Prado?
-Sí.
-¿Ha visto todos esos cuadros llenos de mujeres?
Todas esas mujeres eran modelos.
La Gioconda, la Maja Desnuda, la Venus de Milo, todas eran musas que inspiraban a los artistas.
La alta costura es un arte.
Y ser modelo es mucho más que un trabajo.
Es la responsabilidad de insuflar belleza al resto de los seres humanos.
Si se niega a hacer ese trabajo, se está negando, querida, a experimentar la gloria.
-Se le pagará un sobresueldo.
-Y podrá acudir a la fiesta.
[♪ música alegre] -Así que me pavoneo.
Soy una golfa y, encima, me pavoneo.
-Has movido el culo toda tu vida, Clara.
No te pongas a la fina porque... Y, además, tengamos la fiesta en paz, ¿eh?
que tú me has llamado deslenguada.
-¿Y qué es lo que eres?
Pero, venga, lo retiro, lo retiro.
¿Estás contenta?
-Pues sí.
- Señoritas, espero que estén visibles.
Que no es de buen ver, [inaudible] evidente.
[♪ música suave] [Clara jadea] [♪ música suave] Clara, ¿qué haces aquí?
-Tuvimos un problema con una de las maniquíes, don Mateo.
-Veo que han encontrado la sustituta magnífica.
-Sí, pero esta sustituta tiene que vestirse, así que le agradeceríamos un poco de intimidad.
- Solo he venido a desearle suerte y que vendan muchos trajes.
Clara, no creo que pueda haber nada que no haya visto ya.
-Pues espero que haya disfrutado de la vista, porque lo que ha visto no va a volver a verlo en su vida.
[♪ música alegre] [portazo] [♪ música alegre] ¿Qué?
-Nada, hija, nada.
-Que si para tener a los novios en la puerta hay que tratarles así, me queda mucho por aprender.
-Mateo no es mi novio.
-¿Ah, no?
¿Y qué es?
-Es una persona con la que me lo paso bien.
Solo eso.
[♪ música alegre] - Raúl de la Riva firma la colección que se presentará dentro de una hora escasa en exclusiva para las famosas galerías Velvet, hasta ahora referente de la alta costura en nuestro país.
Bajo la nueva dirección de Alberto Márquez, heredero del imperio de su padre, esta colección pretende dar un giro que sin duda será decisivo para el futuro de un negocio que se mantiene en pie después de más de 30 años.
-Buenas noches.
-Don Alberto, don Alberto ¿cree conseguirá con esta nueva colección estar a la altura de su padre?
-Espero al menos demostrar lo mucho que aprendí de él.
-¿Veremos una colección más arriesgada?
-Veremos un nuevo enfoque de la moda para una nueva época.
-Señorita Cristina, ¿tienen ya fecha para la boda?
-Vuelva mañana y le respondo.
Gracias.
[♪ música alegre] [aplausos] -Muchas gracias.
[aplausos] -Muy bonito el vestido, hija.
Una lástima que no hayas podido ponerte el que tenías preparado en casa.
-¿Ahora sí le apetece hablar?
Esta tarde no estaba tan habladora.
-Estoy intentando que reacciones, hija.
Y cuando se te pase esa pataleta de niña mimada, te darás cuenta de que todo esto es por tu bien.
[aplausos] -No voy a disculparme por apoyar a Alberto.
Además, parece que he elegí el mejor.
A la vista está.
[risa] -El desfile no ha terminado todavía.
[aplausos] -Siempre os gustó ver el desfile desde aquí.
Desde que erais unos críos.
-Creí que no lo sabía.
-Nunca pensé que todo esto iba a llegar tan lejos como ha llegado.
Y que acabara apartándote de mí.
No he podido pegar ojo desde que discutimos.
Sé que llega tarde, pero... ...lo siento, Ana.
-Lo único que conseguimos al separaros fue que os quisierais más.
-Da igual.
Ya se acabó.
-¿Qué dices?
-Que lo eché todo a perder.
-No sé exactamente de lo que me hablas ni me importa.
Pero escúchame, las mejores cosas de esta vida son las que cuesta más trabajo conseguir.
Yo no he criado una mujer que se deje vencer así como así.
Lo que tengas que hacer... ...hazlo.
[crujidos] -Hola, buenas noches.
Hace un año estuve aquí con mi padre presentando lo que por desgracia fue la última de sus colecciones.
Hoy queremos demostrarles que además de lo que han visto que somos capaces de ofrecer, hay mucho más.
Hay un mundo nuevo.
Hay nuevas formas de ver la moda.
Y todo ello ha sido gracias a la colaboración de nuestro diseñador, Raúl de la Riva.
Gracias a mi hermana Patricia.
Gracias por estar en los momentos más difíciles, Patricia.
Y por supuesto a la inestimable ayuda de mi suegro y de Cristina.
Gracias por estar ahí, y por luchar cada día por aquello que quieres.
Muchas gracias.
Espero que os guste.
Buenas noches.
[aplausos] [♪ música de tensión] [aplausos] -Y ahora recuerden, caminen al ritmo de la música.
Y pase lo que pase, no se detengan.
[♪ música alegre] [♪ música alegre] [♪ música alegre] [♪ música alegre] [♪ música alegre] [♪ música alegre] [♪ música alegre] [aplausos] [obturador] [aplausos] [obturador] [♪ música alegre] [♪ música alegre] [♪ música alegre] [♪ música alegre] [♪ música alegre] [♪ música alegre] [♪ música alegre] [público aplaude] [♪ música alegre] [aplausos] [gesticula en silencio] [aplausos] -Ha ido genial, Rita.
-Ay, hija, de cambio, qué alegría.
Oye, pero ¿y esa cara es porque lo has arreglado con Alberto?
-Todavía no, pero lo voy a arreglar.
-Estoy viendo las portadas de mañana.
"Alberto Márquez cierra con éxito su primer desfile en Galerías Velvet".
-Acompañado de su inseparable Raúl de la Riva.
-Yo también te quiero.
-Estoy muy orgulloso de que aceptaras ser el subdirector.
Esto hubiera sido imposible sin ti.
-Yo estoy muy contento de que confiases en mí.
A pesar de no hacer caso de mis recomendaciones.
Bueno, ya está.
Esperar a mañana, confirmar el éxito.
Por fin eres libre.
[♪ música suave] -Eso parece.
-Ya no tienes que casarte con Cristina.
A no ser que quieras hacerlo, claro.
-¿Sabes lo que quiero hacer ahora?
Coger una botella de champán y salir corriendo de aquí.
[♪ música suave] Gerardo.
[voces indistintas] [♪ música suave] - ¿Señores?
¿Me permiten?
Supongo que tengo que darte la enhorabuena.
-Si crees que lo he hecho muy bien, sí.
-¿Bien?
No había visto en mi vida desfilar a alguien con tanta gracia y elegancia.
Estás increíble.
-Mateo, creí que no te gustaban las modelos.
Que eran muy vanidosas.
-Tú no eres modelo.
-No, yo solo soy secretaria.
Y en ocasiones, una buena amiga.
Que por cierto no debería dejar sola a su amiga, porque a lo mejor te despistas y se te adelanta.
[♪ música suave] -No son sus muscones los que me preocupan.
-Mateo, creo que tú y yo no somos nada.
Quedó muy claro el otro día.
Hmm.
[voces indistintas] Gracias.
Salud.
[tintineo] [♪ música suave] -¿Esta es lo último o no?
-Sí, ya te gustaría.
Hay que esperar a que termine la fiesta y guardar todas las sillas.
-A ver, esto puedo esperar, ¿eh?
Que os habéis merecido un descanso, chicos.
-Sus deseos son órdenes, jefe.
-¿Y qué?
¿Aquí todas las jornadas son iguales?
-Qué va, hay veces que es muchísimo más duro, ¿eh?
-Yo siento lo de esta mañana, si me... -No, no te preocupes.
De verdad, disculpadme a mí que estaba un poco... Bueno, da igual.
¿Queréis una fiesta?
Venid conmigo.
[♪ música alegre] [voces indistintas] -Oye, que has sido el mejor ayudante que ha habido nunca en las galerías.
Que me lo ha dicho un pajarito.
-Te lo ha dicho mi padre.
-Pues mira, sí.
Es pequeño, pero listo como un repollo.
Y aquí, ¿a que nadie sabe más de recados que tu padre?
-Pues no, y yo de mayor voy a ser recadero como mi padre.
-¿Cómo?
Tú no vas a ser recadero, Manolito.
-Sí.
-No, no, no, tú vas a ser ingeniero o abogado.
[risas] -Pues nada, por el mejor recadero y el mejor ayudante.
-Sí, sí.
-Y ahora vamos a ver si bailas igual que tu padre, vente.
Ven, a ver, muéstrame cómo se hace.
[♪ música bailable] [grito] -¡Ven, papá!
-Voy.
[♪ música suave] -¡Me encanta!
¡Ahí, ahí!
[suspiro] Menudo día, ¿eh?
-Ya.
-Bastante intenso.
-Sí, sí.
Bueno, de arriba pa'bajo, ¿no?
-Sí.
-Menos mal que solo hay dos desfiles de temporada al año, que si no... [risas] -¿Tú estás bien?
-Sí, ¿por?
-Bueno, por lo de Clara.
-Sí.
Sí, eso es una tontería.
Yo estaba empeñado empeñado en que funcionase lo de Clara, pero... El amor o... Bueno, se siente o no se siente.
No, que me he da'o cuenta que he cambiado mucho estos meses.
Y que no, que no.
Que me doy cuenta que la gente, la persona que me quiera... ...me tiene que querer tal como soy.
-Y que sí.
¡A que sí, Manolito!
¿Dónde se ha metido el crío?
-Con este condenado... Sí ya le tengo calado.
-¿Creen que este es lugar para una fiesta?
-Pues a mí me parece un lugar maravilloso para hacer una fiesta.
Además, estas señoritas merecen divertirse después de todo el trabajo que han hecho en los últimos días.
-Me parece que este no es el lugar más adecuado, la verdad.
-Hombre, a mí me encantaría invitar a todo el mundo al cóctel de arriba, pero ya saben cómo son estas señoronas, que se escandalizan por todo.
Y ya les hemos escandalizado suficiente por hoy, ¿no?
Quiero proponer un brindis por Rita, mi ayudante.
Y por doña Blanca, que a pesar de no creer en mí, creo que es una de las jefas de taller más excepcionales que he visto en mi vida.
-[susurrando] Quiero aclarar una cosa con usted.
[voces indistintas] Creo que es un hombre con mucho talento.
-Me alegra escuchar esto porque pienso exactamente lo mismo de usted, pero creo que tiene un problema.
-¿Cuál?
-Ese moño.
¿Por qué no prueba a soltarse el pelo de vez en cuando?
Si es que estaría muchísimo más guapa.
Que estaría más guapa es evidente.
Pero además, eliminaríamos el problema de raíz.
Porque, claro, debe ser este moño que la aprieta tanto que le duele y no le permite sonreír.
-N-no hay nada que me impida sonreír.
Pero señor De la Riva, pero ¿qué, qué ha hecho?
-Pues hágalo... ...que hoy es el día... ...y está usted preciosa.
[voces indistintas] Y ahora, música.
[voces indistintas] [♪ música alegre] [♪ música alegre] [♪ música alegre] [voces indistintas] -¡Qué lástima no tener una cámara de fotos para inmortalizar este momento!
-Ahórrese las bromas, por favor.
Es que a ese hombre es imposible decirle que no.
-¿Dónde tenía usted escondida a esta doña Blanca?
A lo mejor yo también me animo a dar unos pasitos.
De joven era un bailarín, digamos, que hasta notable.
Hmm.
[♪ música alegre] Chichí, doña Blanca.
[tintineo] [♪ música suave] -¿Baila?
-No, gracias.
Yo no bailo.
[♪ música suave] [♪ música suave] [♪ música suave] [♪ música suave] [golpes en la puerta] -Luisa.
Pasa.
[portazo] -¿Vas a perderte la fiesta?
¿O piensas ir a una mejor?
-No les digas nada, por favor.
-Tranquila, no soy un chivato.
Allá arriba está tu novio o lo que sea.
Ya.
Ahora entiendo lo de que debe ser complicado.
-Necesitaría horas para explicártelo.
Te lo aseguro.
-Bueno, de todas formas, si te arrepientes, ya sabes dónde estamos.
Hombre, la fiesta no es lo mismo, para qué engañarnos, pero hay champán.
Y mi amigo no te engañaba cuando te dijo que sé bailar.
[risa] -Lo tendré en cuenta para otra.
-Bien.
-Adiós.
-Adiós.
[suspiro] [♪ música suave] [timbre del ascensor] [♪ música suave] [crujido] -Al tocador, por favor.
Debo ser la única mujer de la fiesta que no sabe en qué piso está el tocador.
[♪ música suave] En cambio, usted conoce bien las galerías, ¿no?
[♪ música suave] ¿No me va a responder?
[♪ música suave] Pues tendré que adivinar las respuestas.
[♪ música suave] Por el acento, diría que es español.
[♪ música suave] Y no he visto que lleve alianza, así que debe estar soltero.
[♪ música suave] -Todavía.
[♪ música suave] -He visto como todo el mundo le felicita por esto, así que me imagino que es toda obra suya.
[♪ música suave] ¿Estoy acertando?
[♪ música suave] -La verdad es que no del todo.
[♪ música suave] - ¿Y en qué me estoy equivocando?
[♪ música suave] -Lo más importante.
[timbre del ascensor] [♪ música suave] [♪ música de salón] -Creo que es justo darte la enhorabuena, ¿no?
Todo ha salido como esperabas.
-No me hagas reír, madre.
Usted no se alegra.
-Hija, soy accionista de esta empresa y cualquier triunfo se traduce para mí en beneficios.
Pero tú no te equivoques.
Nadie te va a agradecer el éxito haciéndote adjunta a la dirección.
-Eso ya lo veremos.
-Exactamente, lo veremos.
Y entonces, a lo mejor, vuelves a pedirme disculpas.
Y entonces, te recibiré con las puertas abiertas.
Y, mientras tanto, bueno, pues que te traten bien en el Plaza.
-Hola.
¿Qué tal?
-¿Nos vamos?
-¿Ahora?
[♪ música suave] Cuando quieras.
Llevo toda la noche deseando salir de aquí.
Espera un momento.
[♪ música suave] -¿Cuánto va a durar esto, Ana?
-¿Por qué?
-¿Por qué no le dejas ir?
-Nunca debí pedirle que se casara con ella.
- Demasiado tarde.
[♪ música suave] [motor andando] -¿Habéis visto a mi hija?
-No, la verdad es que no.
Quizá esté brindando con Alberto, en privado, ¿no?
[♪ música de salón] [timbre del ascensor] -¿Alberto?
¿Cristina?
¿Cristina?
[♪ música de tensión] [portazo] [♪ música de tensión] [♪ música de tensión] "Alberto, perdóname.
No puedes dejar que después de tanto tiempo lo nuestro acabe así.
Tenemos que hablar.
Reúnete conmigo.
Te quiero".
-¿Qué harías si te dijera que cogieras el primer vestido que encontraras y que te vinieras conmigo?
[♪ música suave] ¿Qué harías?
[♪ música suave] -Te diría que sí.
Te quiero, Alberto.
Estoy enamorada de ti.
De tu olor.
De tu pelo.
De tus ojos tristes.
Tu nariz.
Tu sonrisa.
Tus labios.
Te diría que sí.
[♪ música suave] [♪ música suave] [♪ música suave] [♪ música suave] -Alberto me quiere.
-Y es normal que esté molesto por todo lo que pasó, ¿no?
Así que voy a ir a dar una sorpresa de buenos días.
-¿Vas a ir a su casa?
-¿Está don Alberto en casa?
-Sí, me imagino, por las horas y porque está el coche en el garaje.
-¿Qué problema hay porque os haya descubierto?
- Alberto, eres un hombre libre, libre.
Habías roto con ella y le habías dejado bien claro que no querías seguir.
¿Te has echado atrás?
-No, me voy a casar con Cristina.
-Es mi madre, la mujer de la que te has enamorado es mi madre, ¿verdad?
-¿Qué tontería es esa?
-Madre, tengo que decirle algo.
Max está enamorado de otra mujer.
-Abran las puertas.
Hoy va a ser un gran día.
- La gente está golpada en los escaparates.
-No sirve de nada que estén en los escaparates.
No ha entrado nadie.
-No son ni las 11:00 de la mañana, aún es pronto para ponerse nervioso.
-Hace dos horas que le he abierto ya las puertas de las galerías y todavía no tenemos ningún pedido.
Que le digo que está pasando algo.
-Supongo que será de tu novio.
- ¿No son de Pedro?
-Un momento, ¿no son tuyas?
-¿Se puede saber con quién tendrás la cena?
-Con Sergio Casals, un admirador.
Y además, es productor cinematográfico.
¿Tú crees que me va a dar alguna oportunidad?
-Yo creo que él espera que la oportunidad se la des tú.
-¡Mi cielo!
¿Podemos hablar un minuto?
-No puede coger y, y dejar al niño y luego llévaselo cuando le dé la gana, hombre.
-Sí puede, porque es su madre.
-Y tú eres su padre.
-Es que es lo mejor que tengo, Rita.
-La encontré en tu despacho.
-Esa historia forma parte del pasado.
-¡Mentira!
Quiero mi dinero antes de un mes.
Y ahora, si me disculpas, tengo que hablar con mi hija y cancelar una boda.
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